El diseño no es lo importante
En este momento, en otro escritorio mi compañero Matías está intentando explicarle a un cliente que no se comienza pensando un sitio por el diseño.
Slack, denominado hoy el sistema operativo empresarial, que cambió la forma de comunicarnos en nuestra empresa, está lejos de tener un “lindo” diseño y de ofrecer una buena interfaz de usuario. Sin embargo el éxito es arrollador, por qué? Simple, tiene valor.
Por supuesto que todo lo que hace al diseño de su sitio o aplicación, el diseño visual, las interfaces, la experiencia global del usuario, es importantísimo, pero no es la clave de éxito, es clave para minimizar los posibilidades de fracaso.
Si el restaurante es hermoso, todo es cálido, la madera y las velas crean un clima acogedor, el piano de cola blanco es tocado magistralmente por un jazzista pero la fondue está quemada, poco importa que tan bien suene My funny Valentine.
Cuando pienses cómo debería ser tu sitio no pienses en cómo se verá, qué fotos le vas a poner, qué funcionalidades tendrá. Bueno, no lo pienses al principio.
Primero está qué es lo que el usuario quiere encontrar o debe encontrar (el usuario suele NO saber qué quiere). Depende mucho del sitio, a qué se dedica la empresa, pero hacer empatía es un muy buen comienzo. Bueno, a ver… qué es lo que mi futuro cliente o usuario necesitaría ver (si podemos evitar que tenga que leer, mejor), para que entienda que tengo algo que le puede interesar.
Pero no es una pregunta que se contesta enseguida, ah, listo, es esto! No. Hay que ser exigente, obsesivamente exigente, no quedarse con lo primero que viene a la cabeza. Descartar lo que no es esencialmente importante, lo que no es vital, llegar al centro mismo del valor que tengo para ofrecerle porque ese será el verdadero valor del producto o servicio. Ese será el motivador final que hará que mi visitante accione, sea comprar, registrarse o mandar un email. Es esa esencia que tiene nuestra oferta la que traccionará, esencia que muchas veces ni siquiera somos conscientes.
Guau, llegamos a la médula, pero ahí no termina, falta más, queda enunciarlo. Y enunciarlo de manera que no sólo se comprenda, eso es relativamente sencillo, sino que se transmita y de paso, para hacerla más difícil, enunciarlo, en la medida de lo posible, con menos de 10 palabras.
Ahora sí, podemos empezar a pensar en cómo se verá el sitio.